Capítulo 10: El Ciclo “CAPÍTULO FINAL”

Elian cruzó la puerta de piedra.

Sintió que caía.

El aire se volvió denso, el mundo giró, y luego… el impacto contra el suelo.

Abrió los ojos.


Esperaba ver la salida del bosque.

Esperaba sentir el aire fresco de la noche.

Pero no.


Seguía allí.

El bosque lo rodeaba con su oscuridad infinita.


La puerta de piedra había desaparecido.


Elian se levantó de golpe.


—No… no puede ser… —susurró.


Se giró en todas direcciones.


El sendero.


Los árboles.


El mismo bosque de siempre.


Y entonces, un sonido a sus espaldas.

Se dio la vuelta con el corazón latiendo con fuerza.


Había alguien allí.


Una figura alta, vestida con ropa gastada.


Cabello oscuro.


Rostro serio.


Ojos cansados.


Elian sintió que le faltaba el aire.


Era él mismo.


Pero más viejo.

Más… vencido.


No tiene sentido que corras —dijo la versión adulta de sí mismo, con una voz llena de resignación—. Ya pasó antes. Ya pasará de nuevo.


Elian negó con la cabeza.


—Yo… yo solo quiero encontrar a mi mamá…


El otro Elian suspiró.


—Lo sé.


—¿Dónde está?


El hombre bajó la mirada.


Nunca estuvo aquí.


Elian sintió que su mente se rompía.


—No… no puede ser…


—Ella logró salir.


Elian sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.


—Pero… ¿por qué no me buscó?


El mayor alzó la vista.


—Lo hizo.


Elian sintió un nudo en el estómago.


—¿Qué?


—Pasó tres años intentándolo. Tres años intentando abrir una puerta que solo se cierra.


Elian sintió la desesperación creciendo dentro de él.


—No… no puede ser…


—Cuando entendió que no podía traerte de vuelta… siguió adelante.


Elian sintió que el aire le faltaba.


—Entonces… ¿ella está bien?


El mayor asintió.


—Sí. Pero vos no.


Elian apretó los puños.


—No puede ser… tiene que haber una forma…


El otro negó con la cabeza.


—No hay salida. Nunca la hubo para nosotros.


Los árboles parecían cerrarse más a su alrededor.


Elian sintió un escalofrío.


—¿Y ahora qué?


El mayor suspiró.


—Ahora… esperás.


—¿Esperar qué?


El adulto dio un paso atrás, perdiéndose entre las sombras.


—A que el ciclo empiece de nuevo.


Y entonces, Elian entendió.


No iba a salir.


Nunca había habido una salida.

Él era parte del bosque.


Parte de la historia.


Parte del ciclo que nunca terminaría.


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