Capítulo 6: La Voz en la Oscuridad II

Elian sintió su cuerpo congelarse.


La puerta que acababa de cerrar se había abierto sola.


El aire se volvió denso, cargado de un silencio que pesaba como una amenaza.


La linterna en su mano tembló cuando apuntó hacia el pasillo. La luz apenas lograba abrirse paso en la penumbra, pero no veía nada.


Nada… y a la vez, sentía que algo lo miraba.


Elian tragó saliva.


El papel sobre el escritorio seguía ahí, con la frase escrita en tinta oscura.


“Si llegaste hasta aquí, significa que ella también te habló.”


¿Quién era ella?


Un escalofrío recorrió su nuca.


El susurro de antes aún resonaba en su mente.


“Corre.”


Su instinto le gritaba que obedeciera.


Pero sus piernas no se movían.


Algo más en la habitación había cambiado.


Elian giró la linterna hacia los estantes llenos de libros viejos.


Uno de ellos… estaba torcido.


Como si alguien lo hubiera sacado parcialmente.


Elian se acercó con cautela.


Extendió la mano y tiró suavemente del libro.


Un clic resonó en la habitación.


Y de repente, una parte de la pared se movió.


Elian retrocedió, con el corazón latiéndole con fuerza.


Frente a él, un panel de madera se había deslizado lentamente, revelando un pasadizo oscuro detrás de la estantería.


Elian sintió su respiración entrecortada.


No había ninguna razón lógica para que existiera un pasaje secreto ahí.


Pero lo que más lo inquietaba era otra cosa.


Dentro del pasadizo, en la pared de piedra…


Había algo escrito.


Palabras garabateadas con prisa, como si alguien las hubiera dejado ahí desesperadamente.


Se acercó y enfocó con la linterna.


Leyó en voz baja:


“NO LE CREAS. NO ES QUIEN DICE SER.”


Elian sintió su pulso acelerarse.


¿A quién se refería?


El pasadizo exhaló un aire gélido.


Y entonces, en lo profundo de la oscuridad…


Algo se movió.


Elian dio un paso atrás.


No podía ver bien qué era, pero sintió… presencia.


Y luego, una voz surgió del túnel.


Suave. Femenina.


—Elian…


Elian sintió que el frío se le metía en los huesos.


La voz no era desconocida.


Era dulce. Familiar.


Era la voz de su madre.


Y venía de la oscuridad.


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